Nada hay como ser una persona sincera. Te dan por todas partes.
La sinceridad no es un valor en alza en los tiempos que corren. Peligra la persona que se atreve a decir lo que piensa y es más, se confunde el espíritu crítico con el pesimismo.
El estado y la sociedad nos prefieren aborregados y todos los días nos mandan mensajes claros de que hay que ser discretos y contener nuestros sentimientos, nuestras reacciones e incluso nuestras opiniones.
Me niego a ello. Estoy entrando en una edad en la que una puede decir lo que piensa y le resulta perjudicial callarse. De vez en cuando abrir la caja de Pandora, te libera, te rejuvenece y te hace sentir más viva. En contrapartida, esta actitud tiene un peligro y es que te ganas montones de enemigos. Al jefe o a la jefa, se les pone cara de vinagre y no digamos al tendero o a la amiga de toda la vida.
Tu familia a veces, prefiere la mentira piadosa, pero, te invito a que pruebes a decir lo que piensas. Eso sí, sin herir los sentimientos de otras personas. Se trata de ejercer el derecho a la asertividad.
Prueba a ser tu mism@ y déjate llevar por tus sentimientos. Desnuda tu alma, pero, como ocurre con el cuerpo, elige bien a las personas a las que quieras demostrarle como eres realmente y ten cuidado con no coger un resfriado del alma, que son los peores.
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