Aunque llevo más de media vida a dieta y pasando hambre por épocas, es curioso que aún no me haya decidido del todo a arrojar la toalla definitivamente y a aceptarme tal como soy. Eso, mirándolo bien, sería lo más sensato por mi parte, pero, lo que realmente ocurre es que la grasa y la celulitis progresan y se multiplican a medida que vas cumpliendo años y hay que intentar mantenerlas a raya.
Para agravar la situación, apareció en mi vida hace un par de años, la menopausia. Creo que, a pesar de lo mal que lo pasé en su momento, añoro el sindrome premestrual. Creedme, eras más llevadero que los sudores fríos, los sofocos, el insomnio, los cambios de humor y la masa de grasa que se ha instalado en mi estómago. Despertarte de noche en medio de un calor intenso y rodeada de sudor, es malo, muy malo, pero lo peor, es la incomprensión de la gente joven y de tu propia pareja. No se entiende hasta que no se vive. Pasar de Diciembre a Agosto en cuestión de segundos, es terrible y eso se hace más evidente cuando sufres un sofoco (y que te suelen dar en el momento menos esperado y en el lugar más inoportuno).
Ese es el momento de mi vida en el que me encuentro y a la vez se complica más por que, convivo con una hija preadolescente prematura, como casi todas las de hoy en día. Sus hormonas en ebullición y las mías en retroceso, constituyen un caldo de cultivo explosivo.
Es el fruto de haber retrasado tanto la maternidad. A las mujeres, con más frecuencia cada vez, se les adelanta la menopausia y las hijas son preadolescentes con apenas 10 años.
Sólo parecemos compartir el anhelo por ser maravillosas y delgadas, pero, las adultas, somos conscientes de que los modelos de belleza son relativos y cambiantes. En épocas de hambrunas históricas, los modelos de belleza femenina eran gordas y de formas rotundas (recordad por ejemplo el cuadro de Rubens Las Tres Gracias) y ahora, vemos en las pasarelas de moda internacional a niñas desfilando, que parecen salidas de los antiguos campos de exterminio nazis.
Tenemos que tener cuidado y dejarles muy claro a nuestros hijos e hijas que no podemos dejarnos manipular por las empresas que determinan qué tenemos que consumir y cómo tenemos que ser.
De todos los millones de personas que somos en el mundo, casi 1000 millones, ¿cuántas son supermodelos?. ¿Media docena?.
Tenemos que ser personas sanas y concienciar a los chicas y chicos de que lo importante es estar sano y saber comer, siempre que mantengamos a raya el michelín, pero sin pasarnos.
Reivindico el placer de comer, aunque sea poco.
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