Cuando llega la noche y todos se van a la cama, incluida yo, es cuando aparece mi faceta más oculta, mi yo más sincero e íntimo.
En la oscuridad, se me abren los ojos y mi cerebro empieza a pensar con más celeridad. Es también, cuando me asaltan los temores y los recuerdos más tristes.
A veces, sólo con una tila triple o cuádruple, me sobra, o con remedios más científicos, pero, hay noches, que ni con eso. Existe seguramente una relación muy estrecha entre el nivel de temores y ansiedad y el de insomnio.
Hay quien se rie cuando le digo que algunas noches de madrugada, me pongo a planchar o a comer (yogures desnatados o colacao, dependiendo de si estoy a dieta o no). Pero, no poder dormir es horrible y está demostrado científicamente que el insomnio engorda más que el dormir plácidamente, e incluso recomiendan a las modelos que duerman por lo menos 8 horas (para estar más bellas y más e forma).
He probado un montón de remedios y potingues para dormir bien y he llegado a la conclusión de que, lo que me hace dormir bien es la felicidad y la inconsciencia. Pero, por desgracia, ultimamente y debido a mi edad, soy bastante consciente de mis problemas y de los de otros y de felicidad, ando bastante justa.
Ni el trabajo en exceso, ni el agotamiento físico, me hacen dormir, al contrario, me desvelo más y me paso noches enteras sin descansar.
Dormir es necesario para reiniciar nuestro sistema operativo, pero, en la calma de la noche es cuando suceden las mejores cosas de nuetras vidas y es cuando nos quitamos el disfraz y nos convertimos en nosotros mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario